Son varios los tratamientos que pueden aliviar la hiperhidrosis.
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La primera medida con la que intentan los pacientes es la utilización de antitranspirantes, que actúan bloqueando la salida de sudor de las glándulas que lo producen. Lamentablemente pocas veces son efectivos.
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Otra medida disponible es la aplicación de toxina botulínica tipo A de manera local. Se inyecta en la zona aplicada y disminuye la sudoración ya que bloquea los mensajeros químicos que median la sudoración en la piel. Si bien también es efectiva en secar las zonas en las que se aplica, sus efectos no son duraderos en el tiempo y resulta necesario repetir las aplicaciones.
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Hay medicamentos que disminuyen la sudoración excesiva. Cuando se ingieren actúan sobre las glándulas de todo el cuerpo y disminuyen la producción de sudor. Sin embargo, su utilización prolongada está ligada a numerosos efectos adversos.
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La cirugía es una alternativa efectiva en el tratamiento de la hiperhidrosis ya que termina con la sudoración de manera definitiva en más del 95% de los casos. El procedimiento se efectúa mediante la asistencia de videotorascopía (VATS).
Bajo anestesia general se realizan dos pequeñas incisiones a la altura de la axila a través de las cuales se coloca una cámara especialmente diseñada para ver dentro del tórax. Con esta cámara se buscan los nervios que salen de la columna vertebral y llevan los impulsos nerviosos a las glándulas sudoríparas. Una vez identificados, estos nervios se cortan en lugares específicos con el fin de detener la sudoración de manera permanente. Este procedimiento se realiza en ambos hemitórax.
